(Foto de Luis Pegut – Agosto 2017)
Hablar de Elpidia es difícil. Puedo comenzar diciendo lo obvio. Que es escritora, tallerista y promotora cultural. Que trabajó en la industria maquiladora más de 3 décadas. Que es una de las plumas vivas más influyentes de Chihuahua.
Pero su trabajo va más allá de lo obvio. Para muchos nóveles, como este que ahora escribe, ella es una matriarca literaria a la que se le ve con respeto y cariño.
Respeto, porque tiene una calidad humana que no le cabe en el pecho y por eso usa las letras para desparramar sus vivencias como testigo de cómo Ciudad Juárez y la frontera tratan a la mujer mexicana en esta parte del mundo. Porque, aunque sea la primera vez que te dirije la palabra, no tiene miedo de mostrar genuino interés sobre tu vida, lo que haces, lo que escribes. Es de esas personas que mira a la cara en todo momento mientras hablas. Es de esas personas que toma en serio tu autoimpuesto título de escritor, aunque todavía estés batallando por abrirte un camino en las editoriales.
Cariño, porque en cuanto ve la oportunidad para promover el trabajo de alguien, no duda en contactarte y animarte a participar en dicho espacio. Porque aunque conozca a tanta gente, se graba tu cara y tu nombre y te ve como igual, algo que no muchos escritoras o escritores de su generación y altura editorial hacen en estos días. Cariño, porque cuando te hace un comentario sobre tus textos, no lo hace para demeritar tu trabajo, sino para mejorarlo.
La historia de cómo se presenta a los demás podría ser diferente. Tiene con qué: Beca David Alfaro Siqueiros para Nuevos Creadores en 2012; Premio Programa de Publicaciones 2013 del ICHICULT; ganadora de la Convocatoria Voces al sol en 2014, de la UACJ; beca David Alfaro Siqueiros en la categoría Creadores con Trayectoria en 2018.
También ha ganado el Premio Bellas Artes de Cuento Amparo Dávila en 2018. Ha publicado tres libros de cuento y un cuento infantil: Ellos saben si soy o no soy (Ficticia-Ichicult, 2014), Polvareda (UACJ, 2015), La rebelión de las muñecas (UACJ, 2017), y El hombre que mató a Dedos Fríos (INBA-Lectorum, 2018), así como en diversas antologías y revistas impresas y digitales.
En lo que me corresponde, me ha abierto las puertas de su casa a pesar de apenas conocerme, me ha confiado sus textos para jugar con ellos y volverlos podcasts, me ha dado un espacio en su mesa. Es un gusto poder llamarle maestra.
Agradecida por tus amables comentarios, Diego, también por tu amistad.
Es un placer y la verdad, Cachi.