La madrugada del 30 de noviembre de 2009, una mujer vestida como paciente robó a una bebé en las narices del personal médico y de vigilantes de Maternidad. A la hora del robo solo había una puerta habilitada para entradas y salidas, y esa puerta estaba custodiada por dos vigilantes privados, servicio por el que el hospital estatal paga 50 mil dólares anuales. El director del hospital subraya que no puede tener a nadie vigilando cada rincón del hospital.